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El libro de Ester narra cómo una joven judía se convierte en reina de Persia y, con gran valentía, salva a su pueblo de la aniquilación. Junto a su primo y tutor Mardoqueo, Ester demuestra fe, sabiduría y coraje, dejando valiosas lecciones de liderazgo.

La historia se desarrolla durante el reinado del Rey Jerjes (también conocido como Asuero), quien desentrona a la reina Vasti tras desobedecer su orden de presentarse en un banquete. Como resultado, inicia una búsqueda para elegir a una nueva reina, y Ester, una joven judía huérfana, es elegida para ocupar ese lugar. Paralelamente, Jerjes nombra a Amán, un hombre orgulloso y ambicioso, como uno de sus principales oficiales. Amán, al ver que Mardoqueo se niega a inclinarse ante él, trama exterminar a todos los judíos del imperio.

Ester, motivada por las palabras de su primo Mardoqueo, y con fe en Dios, arriesga su vida para interceder ante el rey en favor de su pueblo. A través de su valentía, el complot de Amán es revertido, los judíos son salvados, y el propio Amán es colgado en la horca que había preparado para Mardoqueo. Este relato nos recuerda que el liderazgo no siempre depende de títulos, sino de la disposición para actuar con valentía y obedecer el propósito de Dios.

A continuación, exploraremos cinco valiosas lecciones de liderazgo que podemos extraer del libro de Ester y aplicar a nuestra vida.

Lección 1: Dios es quien nos posiciona

Ester 2:17 (NTV) dice:

“Y el rey amó a Ester más que a todas las otras jóvenes. La coronó con la corona real y la declaró reina en lugar de Vasti.”

En la historia de Ester vemos cómo, por la providencia y el favor de Dios, ella es elegida por el rey para ocupar un lugar de influencia. Fue más que su belleza, inteligencia o mérito personal lo que la llevó allí, sino el propósito de Dios obrando en su vida. Ester fue puesta en una posición estratégica no solo para ser reina, sino para salvar a su pueblo en el momento adecuado.

De la misma manera, nosotros también podemos encontrarnos en lugares y oportunidades que no logramos solamente por nuestras propias habilidades o esfuerzos, sino por la gracia de Dios. Él nos coloca donde quiere que estemos, no para nuestra gloria, sino para que su propósito se cumpla a través de nosotros. Debemos confiar en que, incluso cuando no entendemos por qué estamos en cierto lugar, Dios tiene un plan más grande y eterno.

“No estás donde estás por accidente; Dios te colocó allí con un propósito”

No estas donde estas por accidente. Dios  pone a las personas en el lugar preciso en el momento justo para hacer su obra. 

Hazte estas preguntas: 

  • ¿Cómo estoy usando la posición en la que Dios me ha colocado para cumplir su propósito en mi vida y en la de otros?
  • ¿Reconozco que mi lugar actual es parte del plan de Dios y estoy dispuesto a obedecer su llamado?
  • ¿Cómo puedo aprovechar la oportunidad que Dios me ha dado para glorificarlo y servir a los demás?

Lección 2: La lealtad precede a la honra

Ester 2:21-23 (NTV) dice:

“Una vez, mientras Mardoqueo estaba de servicio en la puerta del palacio, dos de los eunucos del rey, Bigtán y Teres, que estaban a cargo de la entrada, se enojaron con el rey Jerjes y tramaron asesinarlo. Pero Mardoqueo se enteró del complot y pasó la información a la reina Ester. Ella, a su vez, se lo comunicó al rey, dándole el crédito a Mardoqueo por el informe.…”

En la historia de Ester, su primo Mardoqueo demostró lealtad al denunciar un complot para asesinar al rey Jerjes, el gobernante del imperio persa que había desterrado a los judíos en el pasado. A pesar de ser parte de un pueblo oprimido, Mardoqueo eligió actuar con integridad y fidelidad, cuidando de la vida del rey. Aunque no fue recompensado en el momento, Dios no olvidó su acto de lealtad, y cinco años más tarde, Mardoqueo fue honrado públicamente (Ester 6:10-11).

“Primero la lealtad, luego la honra. Dios siempre recompensa la fidelidad en su tiempo perfecto.”

Este ejemplo nos recuerda que la fidelidad y la integridad no dependen de nuestras circunstancias ni del reconocimiento humano. Dios ve nuestras acciones, incluso en medio de la adversidad, y en su tiempo perfecto, recompensa a quienes actúan con lealtad.

De la misma manera, nosotros también podemos encontrarnos en situaciones donde ser fiel no parece traer recompensas inmediatas. Ya sea en nuestro trabajo, familia o ministerio, nuestra lealtad y fidelidad reflejan el carácter de Dios. La grandeza de un líder no se mide por su título o reconocimiento público, sino por su fidelidad a Dios y a su llamado. Dios honra la fidelidad en su momento adecuado, aunque el reconocimiento humano no llegue.

Hazte estas preguntas:

  • ¿Estoy siendo fiel en mis responsabilidades, incluso cuando no recibo reconocimiento?
  • ¿Estoy dispuesto a actuar con lealtad e integridad, incluso en circunstancias adversas?
  • ¿Confío en que Dios honrará mi fidelidad en su tiempo perfecto?

Lección 3: La fe y la valentía se demuestran con acción

Ester 4:14 (NTV) dice:

“Si te quedas callada en un momento como este, el alivio y la liberación para los judíos surgirán de algún otro lado, pero tú y tus parientes morirán. ¿Quién sabe si no llegaste a ser reina precisamente para un momento como este?”

El destino del pueblo judío estaba en juego debido a un edicto impulsado por Amán, un alto oficial del rey Jerjes, quien planeaba exterminar a todos los judíos del imperio persa. Motivado por su odio hacia Mardoqueo, quien se negó a inclinarse ante él, Amán manipuló al rey para que firmara un decreto irreversible que autorizaba la aniquilación de todo el pueblo judío. Ante esta crisis, Ester tuvo que decidir entre guardar silencio y protegerse, o arriesgar su vida al interceder ante el rey sin ser llamada, una acción que podía costarle la vida.

La fe verdadera siempre nos lleva a actuar, es hacer lo correcto aún cuando sea difícil.

Ester comprendió, gracias a las palabras de Mardoqueo, que su posición como reina no era para su beneficio personal, sino para cumplir un propósito mayor: salvar a su pueblo. Confiando en Dios, Ester decidió actuar con valentía, ayunando y pidiendo al pueblo judío que hiciera lo mismo, antes de presentarse ante el rey. Su fe y valentía marcaron la diferencia, y su acción cambió el destino de toda una nación.

La fe sin acción es solo un deseo

De la misma manera, nosotros también enfrentamos situaciones donde nuestras decisiones pueden impactar la vida de otros. A veces, actuar requiere salir de nuestra zona de comodidad y confiar en que Dios está con nosotros en los momentos críticos. La fe verdadera no se queda en palabras o intenciones, sino que se demuestra en pasos valientes que obedecen el llamado de Dios.

Hazte estas preguntas:

  • ¿Estoy dispuesto a actuar con valentía cuando Dios me llama a marcar la diferencia?
  • ¿Cómo estoy usando mi posición para interceder y ayudar a los demás?

Lección 4: El orgullo siempre lleva al fracaso

Ester 7:10 (NTV) dice:

“Entonces colgaron a Amán en la horca que él había preparado para Mardoqueo. Y se apaciguó el enojo del rey.”

Amán, cegado por su orgullo, buscó exaltarse a cualquier costo. Su odio hacia Mardoqueo lo llevó a construir una horca para humillarlo y destruirlo. Sin embargo, en un giro irónico, el mismo rey que había firmado el decreto para exterminar a los judíos terminó ordenando que Amán fuera colgado en la horca que él mismo había construido.

El orgullo no solo nos lleva al fracaso, sino que también destruye nuestras relaciones y nuestra conexión con Dios. Proverbios 16:18 (NTV) nos recuerda: “El orgullo va delante de la destrucción, y la arrogancia antes de la caída.” La arrogancia ciega nuestro juicio y nos hace actuar desde el egoísmo, olvidando que Dios es quien tiene el control. Amán pensó que su posición y poder le garantizarían el éxito, pero su soberbia lo llevó a su propia destrucción.

El orgullo te eleva momentáneamente, pero siempre te hará caer.

De la misma manera, debemos examinar nuestras motivaciones y asegurarnos de que nuestras decisiones no estén gobernadas por el orgullo. La verdadera grandeza de un líder no está en su posición o logros, sino en su humildad y disposición para servir a Dios y a los demás. Dios honra a los humildes y se opone a los orgullosos (Santiago 4:6).

Hazte estas preguntas:

  • ¿Estoy permitiendo que el orgullo controle mis decisiones o actitudes?
  • ¿Cómo puedo reflejar humildad en mi liderazgo y en mis relaciones?
  • ¿Estoy confiando en mi fuerza y habilidades, o en la gracia y dirección de Dios?

Lección 5: El bienestar de otros es el resultado de un buen liderazgo

Ester 10:3 (NTV) dice:

“Mardoqueo, el judío, fue el primer ministro del rey Jerjes. Fue grande entre los judíos y estimado por la multitud de sus hermanos, porque procuró el bien de su pueblo y promovió el bienestar de todos sus descendientes.”

El liderazgo de Ester y Mardoqueo no solo salvó a los judíos de la destrucción, sino que también aseguró el bienestar y la prosperidad de su pueblo. Mardoqueo, exaltado a una posición de influencia después de la caída de Amán, no utilizó su poder para beneficio propio. En lugar de buscar su interés personal, trabajó incansablemente por el bienestar de los demás, dejando un legado de liderazgo que impactó a generaciones.

El verdadero éxito de un líder se mide en el bienestar de quienes lo siguen

Este ejemplo nos enseña que el verdadero liderazgo pone el bienestar de los demás por encima de los beneficios personales. No se trata de lo que un líder puede obtener, sino de cómo puede usar su posición e influencia para beneficiar a quienes están a su alrededor. Un buen líder prioriza el servicio, la justicia y la compasión, reflejando el corazón de Dios en sus decisiones y acciones.

De la misma manera, en nuestras familias, trabajos y comunidades, tenemos la oportunidad de liderar poniendo primero el bienestar de los demás. Este enfoque no solo glorifica a Dios, sino que también deja un impacto positivo y duradero en quienes nos rodean.

El legado de un líder no son las cosas que dejo atrás, sino a quiénes les abrió el camino.

Hazte estas preguntas:

  • ¿Estoy usando mi posición para buscar el bienestar de los demás antes que mi propio beneficio?
  • ¿Cómo puedo liderar de una manera que refleje el corazón de Dios?
  • ¿Qué legado de liderazgo estoy dejando a quienes me rodean?

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